El hábito sí hace al monje: el truco para realizar nuestros sueños
Todos tenemos sueños, unos más inalcanzables que otros, pero la mejor forma de lograrlos es entender que los grandes sueños se construyen de pequeñas tareas cotidianas.
Nuestros héroes (deportistas, artistas, escritores, actores, cantantes, etc.) algunas vez soñaron igual que tú.
Pero también hay un montón de gente que hace trabajos que no son famosos y, sin embargo, les ha tomado años llegar hasta ese lugar.
Aunque desafortunadamente para que algo ocurra depende de un montón de condiciones externas a nosotros (el lugar y la época en que nacimos, el círculo social al que pertenecemos, la ayuda de otros, etc.), sí hay algunas que podemos hacer para acercarnos más a lo que deseamos.
Estamos acostumbrados a ver la meta final, pero no todos los pasos que hay que realizar para llegar a ella. A su vez, esos pasos se construyen de tareas sencillas que hay que realizar cada día para que se vuelvan significativas.
¿Cuántas veces te ha pasado que algo que ya sabías hacer lo olvidaste por falta de práctica?
La respuesta está en los hábitos. Que se vuelva costumbre lo que hacemos cada día, eso reduce el esfuerzo e incrementa las posibilidades de conseguir objetivos.
No se trata de prometerte que a partir de mañana irás 5 horas diarias al gimnasio. Seguramente, si nunca antes lo has hecho, acabarás desistiendo en tu primer intento. Es más fácil si, en vez de prometer a ti mismo cosas heroicas, decides hacer algo mucho menos espectacular pero más realista.
Si haces algo por 20 minutos cada día (en eso se basan campañas del tipo "lee 20 minutos al día"), y lo mantienes a lo largo del tiempo, además de que se comienzan a lograr pequeños objetivos, ocurre lo más importante de todo: el hábito.
Si te acostumbras a hacer algo todos los días:
1) Dejará de costarte trabajo
2) Empezarás a disfrutarlo
3) Sin darte cuenta, aumentará el tiempo que dedicas a ello
4) Comenzarás a conseguir resultados
5) Se incrementan las posibilidades de conseguir objetivos más grandes
Los grandes sueños comienzan por los hábitos cotidianos.
El hábito sí hace al monje.
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