3 consejos para pensar en tus expectativas
Las expectativas son eso que esperamos sobre algo o sobre alguien. O lo que decimos que esperamos sobre nosotros mismos.
Pero el problema es que eso que esperamos lo aprendimos de alguien más.
Todas nuestras expectativas las tomamos de los modelos que seguimos, de gente cercana (familia, amig@s), de gente que admiramos (actores, deportistas, influencers), de lo que vemos todos los días (publicidad, redes, internet). Así que las expectativas que tenemos sobre algo, sobre alguien o sobre nosotros mismos no son muy originales que digamos y las tomamos del grupo al que pertenecemos o de las personas que admiramos o de los mensajes que vemos todos los días a través de los medios. Además, como nuestros gustos y preferencias cambian con el tiempo, también nuestras expectativas.
Nos encanta decir cosas como: yo nunca nunca haré eso o yo siempre querré aquello. La verdad es que los siempres y los nuncas cambian con el tiempo. Además, solemos idealizar las expectativas sin pensar en que, tal vez, si lo pensáramos mejor, descubriríamos que no es lo que queremos o que el camino para conseguirlo no se parece en nada a lo que nosotros deseamos.
Hay muchas expectativas típicas: viajar, encontrar al amor de tu vida, ser "alguien en la vida" (ver el post anterior), ser famoso, vivir en París, ganar un premio, etc., etc., etc.
Pero como son tan típicas, la mayoría de ellas se vuelve una competencia muy agotadora cuyas posibilidades de ganar son muy limitadas, porque todos las quieren y pocos las consiguen.
Por eso, te damos 3 consejos para pensar en tus propias expectativas:
1) ¿Las expectativas que tienes son tuyas o de los otros?
La mayoría de nuestras expectativas son lo que los demás esperan de nosotros. ¿Te dedicarás a darles gusto? ¿Qué pasa si no lo consigues? ¿Qué harás cuando, sin importar lo que hagas, no los complazcas nunca? ¿Estas dispuest@ a dedicar toda tu vida a perseguir un sueño para satisfacer a alguien más?
Quien tiene que trabajar cada día por ello eres tú. Quien tendrá que resolver los problemas que implica serás tú. Quien vivirá las frustraciones y la ansiedad por no conseguirlo eres tú. Entonces, por lo menos, que las expectativas que persigues sean algo que tú quieres y no lo que quieren los demás.
2) Si las expectativas que tienes no se parecen a las que tienen los demás, busca personas que coincidan con las tuyas.
Como dijimos, nuestras expectativas no son muy originales, así que hay un montón de gente que busca cosas parecidas. Una buena manera de no tener que pelearte con el mundo es encontrar personas que tengan las mismas expectativas que tú. Además, la ayuda mutua y la cooperación hace que lo que esperamos ocurra más fácilmente entre vari@s, en vez de pelear tu sol@ contra el mundo.
No importa qué expectativas tengas, no importa cuánto quieras que pase, lo que importa es disfrutar del proceso y que cada día que pasa te dé satisfacciones. De lo contrario, el fracaso estará a la vuelta de la esquina y terminarás llorando, no solo por lo que no conseguiste, sino por lo que no disfrutaste.
La vida se vive un día a la vez. Las expectativas reales son la suma de esos días.
Así que deja de atormentarte por el viaje de tus sueños.
Ya estás en el viaje. Sigue caminando. Disfruta de cada paso que des.
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